Paraísos fiscales y ‘spam’. Mueve el Chip II

Paraísos fiscales y ‘spam’

Rastrear el negocio del Spam es muy sencillo. Terrorificamente sencillo, con los dedos de una mano, podemos contar las empresas que permiten que diariamente se lancen a la atmósfera toneladas de C02 con el fin de vender una cantidad que aunque millonaria (160 millones de dolares aprox) genera perdidas astronómicas y daños irreparables en el medio ambiente.

Tres únicos bancos controlan el flujo del 95% del spam farmacéutico, lo que supone la gran mayoría del mismo. Una única empresa en el mundo gestiona los pagos electrónicos, SWIFT, con sede en Bélgica. Por lo tanto, un acuerdo internacional con los intermediarios de pago, como Visa o Mastercard, podría ofrecer una solución definitiva para erradicar el spam. Ya existe cobertura legal para
investigar e incluso bloquear las transferencias bancarias de ciudadanos norteamericanos y europeos cuando se “sospeche” que pueden estar realizando actividades terroristas.

Pero esta teoría, tiene varios problemas: la legislación financiera o las leyes sobre propiedad industrial no son las mismas en todos los países y lo que en un país puede estar prohibido, como por
ejemplo la venta de medicamentos en Europa, no tiene porqué ser así en algún país de Asia o África. En estos países por ejemplo, una red de spam que venda medicamentos fuera de de Europa o USA puede abrir una cuenta bancaria y un tienda en Internet de manera completamente legal. ¿Has oído hablar de los paraísos fiscales? ¿Esos estados minúsculos, cuya razón de ser tiene como único objetivo evadir impuestos y amasar fortunas? Pues en esos mismos “paises” es donde se encuentran las sedes legales de los mayores creadores de spam.

Desgraciadamente atacar-atajar el problema del spam de esta manera puede resultar imposible. Solo en Europa habría que reformar el tratado de la UE, puesto que prohíbe las restricciones en cuanto a
tráfico de capitales a terceros países, no solo entre Estados miembros. El spam nace, crece y se desarrolla utilizando los mismos pasadizos de los que dispone el capitalismo.

Los bots, los robots de internet

Y si a nivel legal resulta complicado luchar contra el spam, en el aspecto tecnológico la cosa no está mejor. Hace mucho tiempo que el avance tecnológico, los inventos, se confunden con los productos puros y duros. La tecnología no avanza una barbaridad; todo lo contrario, lo que avanza a pasos agigantados es la creencia de que un nuevo producto es nuevo invento. De esta manera, una
sociedad moderna que se precie debe estar constantemente al día comprando lo último que aparece en el mercado…aunque sea lo mismo que algo de diez años atrás.

Las máquinas, contrariamente a lo que se pueda pensar, películas de ciencia ficción a parte, no han evolucionado tan rápidamente como nos quieren hacer pensar. El imaginario popular al pensar en el
futuro más inmediato imagina el mundo lleno de máquinas, robots, que realicen tareas por nosotros La industria, la que fabrica aparatos, cosas físicas, está muy regulada y sobre ella recaen cientos de normativas, leyes, sanciones, patentes, etc.. Para fabricar y vender cualquier aparato en cualquier parte del mundo es necesario pasar grandes controles y superar una gran burocracia legal y por si fuera poco, también hay que luchar contra los intereses creados. Un gran invento (desde una vacuna hasta una bombilla de bajo consumo) no tiene el éxito asegurado pues dependerá de los intereses económicos que sobre un mercado existan. Por citar un solo ejemplo: todos hemos visto como las tecnologías renovables en España han sido violadas en beneficio de las grandes compañías eléctricas.

Intereses creados a parte, la burocracia legal que rodea al mundo de la industria, mal que pese a buena parte del mundo capitalista, nos protege. Evidentemente no de forma completa y satisfactoria
pero de forma notable en muchos casos. Por citar otro ejemplo muy conocido: la industria del automóvil sobre la que recae un control exhaustivo, al menos sobre el papel, para reducir la emisión
de Co2. Hoy en día, con la ley en la la mano, en Europa y USA, se sanciona fuertemente a cualquier industria que no cumpla la normativa medioambiental vigente. Unas normativas que arrancan desde
hace medio siglo, cuando la industria se demostró altamente contaminante hasta el punto de acabar con el medio ambiente del planeta.

Mientras esperamos en vano que nuestras calles estén llenas de máquinas, robots, etc.. podemos fijarnos y observar que existen otros robots y que de seguir así contaminarán más que la mayor de las industrias pesadas que puedas imaginar. Estamos hablando de los Bots. Estos robots, sí han evolucionado y mucho. No los verás en la calle, los tienes muy cerca, están y estarán en tu móvil y en tu ordenador en cualquier dispositivo digital. Los bots, no son más que programas informáticos que tienen como fin realizar tareas que suelen ser muy repetitivas. Encuentras una página en un buscador como Google porque esta empresa dispone de millones de bots que recorren las páginas webs para leerlas de arriba abajo e indexarlas como si de un bibliotecario se tratase. También es el bot el que permite a Google saber todo lo que has buscado en Internet y así poder ofrecerte, aunque no los busques, productos que puedan ser de tu interés.

Y claro está, también recibes miles de mensajes publicitarios, spam, gracias a los bots. Es más, es posible que de forma involuntaria, desde tu ordenador estés enviando spam a cientos de cuentas
de correo, gracias a los bots. De esta manera tú pones todo: la bandeja de entrada para recibir el spam, y el ordenador con su conexión para enviar un poco de viagra al mundo.

Si la industria, electrónica, mecánica, etc.. está regulada hasta la saciedad, la otra industria la del software, la que hace programas informáticos, no lo está en absoluto. Estamos en pañales, está todo por hacer, regular el uso de esos programas, de esos robots, que además de contaminar saben de nosotros cualquier cosa de nuestra vida digital y que actúan de forma descontrolada pues no
poseen ningún tipo de inteligencia debería ser uno de los primeros pasos.

En las novelas y cuentos de ciencia ficción escritos por Isaac Asimov, Runaround (1942), existen unas reglas para los robots que serían de obligado cumplimiento en una sociedad futurista. En sus
relatos, Asimov establece tres reglas:

1. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra
daño.
2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes
entrasen en conflicto con la 1a Ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en
conflicto con la 1a o la 2a

El capitalismo avanza más rápido que la ciencia ficción y los nuevos robots, los bots, hacen
exactamente lo contrario a dichas reglas.

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